The Road Goes Ever On

Tendría que poner mucha imaginación en tratar de averiguar la manera en la que se está transformando todo. Pero antes de ponerme redundante y complejo, prefiero derramarme en la corriente tranquila o rugiente de los sucesos cósmicos para ponerme a disposición de aquella fuerza sobrenatural intentando aprender lo que más pueda de la experiencia. Con…

0. El Jesucristo de Playa Mackenna

Después de pololearme el monasterio y agradecer las maravillosas virtudes que vivifica, llegó un momento en el que sentí que mi mejor opción era tomarme unas vacaciones, por lo que fui a dejar tirada la vida en un bar miserable y de mala muerte, y la recogí justo a tiempo para recibir la mañana escuchando…

1. La Llamada del Mar

Llevaba ya varias semanas un poco de novio con el modo zombie, lo que aunque suena muy interesante y atractivo, la verdad es un estado bastante mierda que no tiene ningún brillo y más encima penca.  Nada que envidiarme. Entonces, mientras buscaba la manera de escabullirme de aquel infame estado miserable, se me presentó irrefutable…

2. El Chanchito que me apaña a todas

El Carocho es un samurai a todo ritmo, tremendo, un grande de los finos. Peso pesado y campeón. Sus llaves viajan conmigo donde sea que yo vaya, y no importa donde sea, siempre está dispuesto a llevarme. Es un japonés musculoso y potente, con fuerza en todas sus rueditas, y con un espacio sorprendentemente amplio…

3. En los Acantilados de la Incertidumbre

Cuando el viento del oeste cantó su canción en mi oído, yo ya estaba preparado. Agua, fuego, música, sustancias prohibidas, látigo, pólvora, delineador y secador de pelo. Solo faltaba pasar por algunas cosas ricas, y alimentar al watón que me esperaba en el subterráneo.  Salimos hacia la luz de la primavera y asomamos nuestras felices…

4. Valiéndonos de la Propia Luz

El Carocho quedó arropadito sobre las rocas, super tranquilo. Me dijo que me tomara todo el tiempo del mundo que no había ningún apuro. Así partí, relajao. Un poquito más allá se acabaron los acantilados y me encontré con el mar, que con su inquieto oleaje de luna llena, bañó mi alma desesperada. El suelo,…

5. Un Pesebre junto al Mar

Mis chalas veían con terror como las ignoraba sin remedio, abandonándolas a la incertidumbre de su suerte en aquel lugar hostil. El Carocho por su parte, encendía su motor con una actitud distinta, una resuelta firmeza que me llevó a comprender la magnitud de toda su choreza. Enganchó con decisión su primera, afirmó con ganadora…

6. Un salto dentro de la superconsciencia

Como la idea de fondo era explorar la experiencia de saltar al vacío de la hiperexistencia, además del delineador y mis tacos aguja, había traído conmigo la sustancia prohibida: Una llave cósmica que nos libera de las cadenas de la ilusión, al abrirnos camino a los universos infinitos, hacia la eterna profundidad de la luz….

7. El Cristo de Playa Mackenna

Arropado en el corazón del Carocho, mi existencia abarca ya, todo el espacio disponible. Es necesario expandirse. Y como el viento del amanecer acompañando la primera luz, y trayendo consigo su libertad, su filosofía y toda su fuerza, reuní la cantidad de consciencia necesaria para conseguir mover un poco la raja, y en ese parto,…

8. Las Sandalias del Profeta

Todo comenzó con unas chalitas rosadas que me traje de un matrimonio salvaje y que me acompañaron por años. Fueron mis compañeras en innumerables aventuras, pero terminaron por desintegrarse. Les saqué el jugo, diría una persona muy honesta. Y me hacían falta.  Eso de subir cerros enormes con grandes zapatos no es lo mío. Y…

9. Un propósito para vivir

Haciéndole caso a una rara sensibilidad senil que jamás importó antes, terminé – algo martirizado – buscando arenita por donde fuera. Nunca antes me había generado el menor inconveniente caminar sobre metales oxidados, brasas al rojo o vidrios molidos. Debe ser una cosa de la edad. En el Camino de la Chala, tuve que redescubrir mi…

10. Hacia el Viento del Este

Cargamos nuevamente mi humanidad decadente en el asiento del conductor oficial, dimos el encendido (encendió!), pusimos música que invocase la gloria y nos lanzamos raudos y valientes por las arenosas huellas de esta anónima zona costera austral donde solo podíamos contar con nuestro ingenio y creatividad para salvarnos.  Nos sonamos los mocos bien sonados, confiamos en…